¡Buenos días, pereza!

En nuestro próximo número comenzaremos la publicación de una Variedad que está llamada a desencadenar todas las cóleras de la clase que ama el trabajo para los otros, y que nunca recomendaríamos bastante a la atención de nuestros lectores obreros. Título: El derecho a la pereza. Refutación del derecho al trabajo de 1848, por Pablo Lafargue.
Pablo Lafargue, nacido en Santiago de Cuba en 1842, revolucionario socialista francés y yerno de Carlos Marx, lo tenía bastante claro: entregarse en cuerpo y alma al vicio del trabajo sólo puede traer consecuencias negativas; es necesario, entonces, que el proletariado vuelva a sus instintos naturales y proclame el derecho a la pereza; que ponga todo su empeño en no trabajar más de tres horas diarias, holgando y gozando el resto del día y de la noche. El texto de Lafargue se apoyaba en la siguiente cita de Lessing: "Seamos perezosos en todo, excepto en amar y en beber, excepto en ser perezosos". Y desplegaba toda su fuerza desafiante en un ejercicio de denuncia destinado a liberar a los hombres esclavizados:
Una extraña pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista; una pasión que en la sociedad moderna tiene por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y su progenitura. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacrosantificado el trabajo.
El 26 de noviembre de 1911, en un último gesto de rebeldía, Paul Lafargue, después de haber pasado la tarde en un cine de París, regresó a su casa de Draweel y se acostó para no amanecer nunca más. Quizás su último ruego, como una oración revolucionaria, quedó suspendido (detenido) con las primeras luces del día: ¡Oh Pereza, ten tú compasión de nuestra miseria! ¡Oh Pereza, madre de las artes y de las nobles virtudes, sé tú el bálsamo de las angustias humanas!
¿Es posible pensar, ahora, a estas alturas, en la pereza? ¿Tiene sentido? ¿Nos hace, de verdad, más libres? ¿Merece la pena?
Mucho ha llovido desde entonces y, a pesar de la súplica de Lafargue, a la pereza sólo se dedican, en nuestros días, pequeños grupos de privilegiados que jamás oyeron pronunciar el nombre del revolucionario francés; todos los demás, sin excepciones, cumplimos con el horario que marca la ley de la supervivencia, la maldición divina. Aunque, al parecer, Corinne Maire también lo tiene bastante claro: ¡Buenos días, pereza! (número uno de ventas en su país, Editado en España por Península, Grupo 62), saluda, desde su puesto de trabajo temporal como economista en la Electricité de France. Y son muchos los que, convencidos de estar ante una nueva poción mágica (en forma de panfleto de autoayuda), se aprestan a leer sus divertidos consejos y sus estrategias para sobrevivir en el trabajo. Imagino, eso sí, que con la intención de seguirlos al pie de la letra, algo nada complicado, por otra parte, en un país como el nuestro, donde un buen número de asalariados ya cumple con los requisitos mínimos que, en opinión de Corinne, acabarán de una vez por todas con el sistema. Porque ¿quién de entre nosotros no lleva tiempo convertido en un discreto inútil, en un completo insignificante? ¿Cuántos de nosotros, por otra parte, no se dedican ya a dejar pasar el tiempo alejados de los cargos de responsabilidad? La sabiduría popular tiene para estos casos una conocida receta: en el salario nos engañarán, sí, pero lo que es en el trabajo...
No resulta difícil coincidir con Corinne cuando plantea cosas como ésta:
La retórica empresarial es el nivel cero del lenguaje, aquél en el que las palabras no significan nada. La organización absurda del trabajo, que ha vaciado de contenido su concepto, ha cavado su propia tumba.
Corinne está convencida de la necesidad de acabar con el capitalismo, pero es de las que opinan que, enfrentarse directamente a él, plantarle cara, lo único que consigue es que éste se vuelva más fuerte. Mejor, plantea, la subversión del vago obstinado, la insignificancia total, la teórica de la pereza: nada de participar en el asunto o participar lo menos posible. Que el supuesto muerto, opina Maire, que el muerto del futuro, se muera por sí mismo; minar el sistema desde el interior, con los brazos cruzados, sin que se note demasiado. Aunque Corinne, eso sí, después de regalarnos su panfleto, aparece siempre sonriendo; en mi opinión, creo que se ríe demasiado. Y a uno le asalta la duda de si Bonjour, paresse, no será, por encima de todo, una pequeña broma; de si Corinne Maire no estará fabricándose su propia pereza a nuestra costa.
Un gesto, en algunas ocasiones, es algo más que un gesto. Un mes, cuentan las crónicas (de agosto a septiembre de 1919), tardó el heredero de la familia más rica de Austria en desprenderse de toda su fortuna; no sólo no debía utilizar los privilegios de su riqueza heredada, sino que no podía hacerlo. Es más, cedió todo su capital a los pobres con la particularidad de que lo fue repartiendo personalmente entre aquellos que le parecían merecedores del dinero. Más tarde, abandonó del todo la vida pública y se trasladó a Trattenbach, en los Alpes de Baja Austria, donde se dedicó a la educación de los hijos de los aldeanos. Claro está que Ludwig, como todos sabemos, pudo haber tenido entre sus lecturas a Pablo, y que éste, como buen cristiano, pudo haber ilustrado al austriaco sobre las causas posibles del envanecimiento: "pues el amor al dinero predicó el de Tarso- es la raíz de todo mal". ¿Les suena a ustedes de algo?
Quizás esta historia no tenga que ver demasiado con la historia de Lafargue y de Corinne (o quizás sí, ¡quién sabe!), pero revela, por encima de todo, la calidad humana de un gesto. Y es que Corinne, ahora, gracias a Bonjour, paresse, se ha convertido de golpe en una mujer rica y famosa, y es ahora, justamente ahora, cuando va a poder observarse a sí misma desde una perspectiva ciertamente ventajosa. Corinne, si así lo desea, puede seguir leyendo a Roland Barthes, a Michel Foucault, o a Alexandre Kojeve, (leo en un blog francés que la Electricité de France le abona 1.700 euros al mes por 20 horas semanales), y atendiendo a los pacientes en su consulta psicoanalítica lacaniana. También puede aconsejarnos, si eso le hace feliz, la pereza, la inutilidad y la insignificancia; pero todos sabemos que sólo un gesto servirá en verdad para mostrarla: ahora se acerca al objeto de su estudio con una carga inesperada y mucho más pesada. Y es que, en realidad, la vida es un juego verdaderamente extraño. "No trabajes nunca", decía Guy Debord, mirando sorprendido al espectáculo. Aunque, a veces, en algunas ocasiones, las cosas no son como parecen: un trabajo bien hecho (no la pereza) nos hace mucho mejores; ayuda, resulta necesario.
20 comentarios
natalia -
razmi -
les tratan.
Recomiendo también otro libro del mismo estilo y que a mí me ha gustado incluso más: "La Gacela de Wirayut". Os podeis bajar
los capítulos de forma gratis desde está página:
http://gaceladewirayut.blogspot.com/2005/02/ya-esta-disponible-la-gacela-de.html
eugenia -
ivan -
En cuanto al nuevo acomodo del blog la verdad siento cierta tension, me siento como leyendo pegado a una pared gris clara.
Carballo Torto -
No pretendía, dulce Lau, enterrar en la ignominia al 800x600 con mi comentario, a todas luces desafortunado... es sólo que me dio consumista y deseé por un momento un monitor más grande. Que el mío es viejo y pequeño. O pequeño y viejo, que no es lo mismo, pero es igual.
En cualquier caso, esa barra inferior ha desaparecido, con lo que mi aprecio por mi monitor ha vuelto. Total, de todos modos no puedo cambiarlo.
Cosas de la pereza, insisto.
(La pereza que me empuja a no dejar el desempleo, por supuesto.)
De paso deposito aquí con cuidado un humilde agradecimiento... por quitar la barra de abajo y por lo otro... tan buenas letras le guarden muchos años, amén.
Cayetano -
Pini: afortunado Enrique que cuenta con secretarias.
Otis: De acuerdo, un buen marco resalta un cuadro. Así empecé yo a los 12 años en el estudio de un pintor local. Despues de estudiar me iba por allí y a cambio de sus clases y materiales montaba marcos, aqui "frames" y "css". El cuadro, me gusta el cuadro, pero veo que ha llegado carpintero, ha rematado esquinas, corregido escuadras, encolando y estirando tela.
Pini: Dulce sueño de niño "en construcción" durmiendo. ¡Qué recuerdos, que tiempos aquellos! ... holgazaneando en vientre, panza o pecera.
Un abrazo y ya me voy.
pini (y una perla por ulises) -
pruebas al canto, sí, al canto de la sirenita que quiso ser ulises y terminó ayer nomás afirmando con una imagen que no daba margen de duda: ja miren cómo se equivocaron todos: no me digas más el perla, decime perlita mamá.
el médico sorprendido me dijo que ulises quedaría pendiente para otro viaje. (ajá, ironicé, total este cuerpito gentil da pa´rato.).
marinerita, niña bonita, tiene hasta la cuna con barcos.
estoy feliz, igual, igual.
la vi entera, haciendo gestos con la boca, sonrisas, (es mujer, decía el ecógrafo, y desde chiquitas son guachitas).
perdón por estas cuestiones tan ajenas a tu blog y a la temática del post.
ahora vuelvo a mi puesto, y a atender el teléfono: buenos días, está comunicado con Das mystische, oficina creativa de Enrique Bustamante, en qué puedo ayudarlo?
Lau -
¿¿¿Y ésta es la gente que dice juntarse conmigo???
:O
(El horror, el horror...)
(Oh, dioses del averno... ¡¿qué será lo que estoy haciendo mal?! ¡Que alguien me lo explique, pero yaaa...! :P)
Pues, vean ustedes, mis señores queridos (no tanto, no tanto, pa qué mentirnos, si somos pocos y ya nos vamos conociendo, eh... :D), desde mi ciudad gótica (y tercermundista), sólo puedo decir que todo se ve ferpectamente, tal y como han dicho por ahí, y que además, se lee cada día mejor.
(Ea ;))
Y del tema de la pereza, ays... (yo es que quisiera decir algo, pero esto de estar desempleada me ha puesto muy sensible al respecto, eh... bú). Peeero, y por caso, y ya que estoy en plan, pues permítaseme apuntar que si alguien necesita una Lau, modelo '73, carrocería color café y motor en buen estado, pues nada más me avisa, que estoy en plan de vender los trastos que no me sirven, a ver si acaso así reúno capital suficiente para consagrarme un añito sabático, que dicen que (pa qué estudia una si no pa aprender estas cosas, digo yo) la jornada legal es limitada por razones de salubridad, que es por lo mismo que se han creado las vacaciones, y así... :))
(Sí, más me vale que me lo tome con humor, lo sé, lo sé... :))
Otis B. Driftwood -
Enrique -
Carballo Torto -
Salud y enhorabuena, Enrique.
pini -
yo también los abrazo, total soy inofensiva.
Otis B. Driftwood -
Y como dice Cayetano, es más que obvio que lo importante es el contenido, pero che, imagínense leyendo, pongo por caso, "El Mercader de Venecia" en apenas una columnita estrecha. Leamos cómodos, hombre, que para eso tenemos sólo dos ojos (y uno, por lo menos, lo dedicamos full-time a mirar a las chicas)
Un abrazo.
Enrique -
Cayetano -
Con el navegador de Microsoft se ve muy distinto que con Firefox. Supongo que es un problema de como interpretan las hojas de estilo (css). Con Firefox la "caja izquierda" gris es el doble de tamaño que la "caja derecha" donde publicas el artículo. Pero esto, en mi opinión, no afecta al contenido: como siempre un refresco mental. Aunque hay quien opina que es mejor arreglar el envoltorio para los regalos. En plan borde, en Firefox queda un poco extraño, no digo mal sino extraño ;-)
Un saludo
pini -
yo la controlo -como secretaria puntual y dedicada- y se ve magnífica.
debe ser algún problema alemán, otis, otis.
Enrique -
pini -
pini -
no todo es pereza en la vida, me digo, mientras bato con una mano, te escribo con la otra, en mi boca tengo una guirnalda para armar, pateo el traje de estrellita que terminé de hacer anoche y al que le despegaron todas las aplicaciones hoy por la mañana a sólo quince minutos del comienzo de la función -qué maravilla que es la abrochadora!- y contesto a mi hija: ya voy, ya voy, a la acusación: vos siempre conectada mami.
pereza es lo que no se nos permite a las mujeres, ni aún cuando dormimos.
un abrazo, contradictor, que aunque esté un poco gordita todavía puedo.
el último "piropo" que me dijeron al pasar: ay mujer, mujer... aflojando con la levadura.
y yo no podía parar de reirme, agarrándome la panza.
itn -